El
derecho de la mujer al trabajo aparece expresado en El Corán de forma
indirecta en la aleya:
« Los hombres tienen una parte de lo que han adquirido. Las mujeres
tienen una parte de lo que han adquirido » (Corán
4:32)
Igualando
el Islam entre el hombre y la mujer en su derecho a poseer lo que han
ganado, ya sea a través de la herencia, el trabajo retribuido o cualquier
otra forma legal. Así, ya desde tiempos del Profeta algunas mujeres
trabajaban en la agricultura, el hilado, la dirección de trabajos
manuales, la atención de enfermos y heridos o el comercio y la política,
como demostraron las esposas del Profeta Jadiya y Aisha .
Sin
embargo, el Islam no obligó a la mujer a trabajar fuera de casa, sino
únicamente al hombre, obligando a éste además a hacerse cargo de la
manutención de la mujer, ya sea ésta madre, hermana, esposa o hija. Esto
se debe a que en el Islam el primer y más importante deber de la mujer es
criar y educar a sus hijos, que son el resultado de la educación de los
padres y en especial de la madre.
De
esta forma, la mujer se convierte en la constructora del futuro,
compartiendo con el hombre la construcción del presente.
En
cualquier caso, el Islam considera que la participación activa de la mujer
es básica, como miembro que es de la sociedad. A pesar de ello, la mujer
posee particularidades físicas, fisiológicas y psíquicas que la
condicionan o no para cierto tipo de actividades, por lo que algunos
ulemas no consideran adecuada su participación en ciertos campos, como la
construcción, la minería, la defensa e incluso la política, para algunos.
Sin embargo, esto último es discutible pues la mujer del Profeta, ‘Aisha,
participó activamente en este ámbito. Y además, la mujer puede participar
en la política como es indicado en El Corán:
« ¡Profeta! Cuando las creyentes vengan a ti a prestarte juramento de
fidelidad, de que no asociarán… » (Corán
60:12).
Para
los Hermanos Musulmanes, el papel fundamental de la mujer es el de madre y
esposa, para lo cual la educación es esencial. Y el trabajo fuera de casa
está permitido siempre y cuando no afecte a su papel en la familia, aunque
consideran que la mujer no es apta para ocupar un puesto de jefatura. Para
Zaynab al-Gazali no hay nada malo en que la mujer trabaje fuera de casa,
siempre que vista la ropa adecuada. En definitiva, la educación es una
obligación y el trabajo es opcional.
En
lo que respecta a las sociedades árabes, hay que señalar que las
costumbres, hasta hace poco tiempo, han considerado que el lugar de la
mujer es su casa, pues ha sido creada en primer y último término para ser
madre y esposa. Y si tiene la oportunidad de trabajar fuera de casa, no
todos los trabajos le convienen. Así, le será suficiente ser profesora,
enfermera, secretaria o trabajar en el campo de los servicios sociales.
Pero lo que no es aceptado es que sea ingeniero, arquitecto o directora de
una empresa. Sin embargo, esta opinión ha disminuido en la mayoría de
estas sociedades, especialmente la urbana, aunque se mantiene sobre todo
en las zonas rurales.
Por
otro lado, hay algunos factores que impiden a la mujer trabajar, como: el
sistema educativo o la poca confianza que tienen los empresarios en la
capacidad de la mujer. Algunos también piensan que el derecho y las leyes
islámicas impiden a la mujer trabajar, aunque ésta es una opinión errónea
pues el Islam permite a la mujer trabajar, demostrando además que el sexo
no tiene nada que ver con la capacidad intelectual del individuo. Pero,
sobre todo, hay que señalar que en el mundo árabe no existen las mismas
oportunidades de trabajo y tampoco una igualdad salarial, a pesar de que
sus constituciones señalan que ha de haber una igualdad entre hombres y
mujeres en este ámbito. Pero tampoco hay que olvidar que esto también
ocurre en Europa y la mayoría de los países occidentales.
En
cualquier caso, la integración de la mujer en el desarrollo económico no
implica olvidar su papel tradicional, ni imitar ciegamente a las
sociedades occidentales, pues la mujer árabe y musulmana suele dar
prioridad a su papel de madre y educadora de sus hijos, como lo ha
demostrado una encuesta realizada hace algunos años en el Líbano, donde se
ha observado que el 81% de las mujeres opinan que la necesidad que tienen
los hijos de su madre es lo que les impide trabajar. En este sentido, es
interesante la opinión de un occidental, José Ortega Spottorno, quien dice
en un artículo suyo publicado en El País: " El poder trabajar e
independizarse ecinómicamente del marido permite y favorece las
separaciones y el tantear varios ensayos de su vida sentimental. Eso lleva
consigo dos graves inconvenientes: la desaparición de la vida de familia y
la mayor soledad de los hijos pequeños".
En
lo que respecta a otras actividades relativas a la mujer, hay que indicar
que ésta tiene derecho a la propiedad, a hacer contratos, a avalar a otra
persona y a participar en el comercio o cualquier otra forma legal de
obtener ganancias. Y en todos estos casos, la mujer tiene la total
libertad de tomar sus propias decisiones, sin la intervención de nadie
(padre, esposo, hermano,…), al contrario que sucedía en la República
Federal de Alemania, donde la mujer casada no tenía legalmente el derecho
a la propiedad hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial.
En
cualquier caso, el porcentaje de inserción de la mujer ha aumentado en el
mundo árabe gracias a los esfuerzos que hacen los gobiernos locales, sin
olvidar que en el Islam el principal trabajo de la mujer es la maternidad
y el cuidado de su familia, a pesar de que desde la antigüedad ha
participado con el hombre en las responsabilidades de la vida, trabajando
junto a él.
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