Gracias al ayuno (especialmente en el mes de Ramadán),
las personas establecen relaciones con las otras en la vida social. El
hecho de que todos los creyentes empiezan a la misma vez a ayunar, esperan
juntos el iftar (el desayuno), se despiertan para el sahur, realizan la
oración de tarawih en congregación etc.,
crean por tanto un vínculo de hermandad y amor verdadero
entre los creyentes.
Y de esta manera todos los creyentes se consideran como
un cuerpo al que se refiere el Profeta en uno de sus hadices: «Los
creyentes son como un solo cuerpo en cuanto al amor, la compasión y el
cariño que sienten mutuamente. Si uno de los miembros del cuerpo se queja
de algo, todos los miembros intentan ayudarle».[1] Con este pensamiento
exaltado se establece una unidad entre las personas de la sociedad.
Cuando todos los miembros de una familia se juntan
alrededor de una por el mismo motivo (para romper el ayuno), esto
fortalece los vínculos familiares entre ellos y por tal motivo es muy
importante. Este acontecimiento también sirve para fortalecer las
relaciones entre los conocidos o los desconocidos a través de las
invitaciones de iftar.
El Ayuno nos recuerda las Condiciones de los Pobres
El ayuno les enseña a las personas muy ricas que a lo
mejor nunca en su vida sufrieron hambre y que no tienen ni idea de lo que
es el hambre, la importancia de las bendiciones concedidas a los seres
humanos tales como comer y beber a través del ayuno. De esta manera, el
rico se va a dar cuenta de las difíciles condiciones del pobre e intentará
ayudarle. Y cuando los ricos se comportan así con los pobres, estos
tampoco sentirán odio ni envidia contra los ricos, y de esta manera no va
a haber ningún conflicto entre ambas clases sociales e incluso a su vez el
pobre se convierte en el protector de la propiedad del rico. Por eso, el
ayuno nos despierta los sentimientos acerca este asunto. Por consiguiente,
los ricos aprovechan la oportunidad de ver a los que no son como ellos y
se acuerdan del siguiente hadiz del Profeta: «Aquel que está lleno
mientras su vecino sufre hambre no es uno de nosotros»[2].
Solamente sufriendo hambre y sed, se puede concebir
la importancia de estas bendiciones. En este aspecto, frenar nuestros
deseos con la orden de Dios y ayunar, respecto a nuestra vida social, nos
convierte en una pieza perfecta de una sociedad perfecta.
El Ayuno evita la Mendicidad
El hombre que educa su nafs con el ayuno, que aguanta
muchas dificultades empieza a oponerse a los acontecimientos. Ya no le
pueden parar ni el hambre ni la sed y aunque sufra muchas calamidades, no
le pide nada a nadie dejando a un lado su orgullo. Sin embargo, las
personas que no saben del ayuno, ni lo han practicado durante algún
período de su vida, ante una posible pobreza empiezan a mendigar sin
pensar en su honor y orgullo.
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[1] Bujari,
Edeb, 27; Mulsim, Birr, 66; Ahmad ibn Hanbal, 4/270.
[2] Ahmad ibn Hanbal, 1:55.
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