Nuestro objetivo en este punto no es más que estudiar
el significado íntimo del ayuno. Sin embargo, en primer lugar vamos a
estudiar algunos puntos importantes.
¿Qué sabiduría intrínseca subyace al abstenerse durante
el día de la ingestión de líquidos y alimentos, que son necesidades
naturales, debido al ayuno? ¿No es perjudicial para la salud ayunar puesto
que nos impide tomar las calorías y los nutrientes suficientes durante el
invierno?
Ayunar absteniéndose de comer y beber desde el
punto de vista islámico no es perjudicial para la salud durante las épocas
más frías. Las observaciones biológicas demuestran que ciertos animales
salvajes no pueden encontrar nada para comer y para combatir esta escasez
de alimentos y el frió externo se refugian en cubiles, pasando el invierno
en un estado similar al sueño, la llamada hibernación, un sueño invernal
en donde se ralentiza el ritmo metabólico corporal y «ayunan» durante toda
la época gélida del año. Este sueño los rejuvenece y los fortalece a
principios de la primavera.
Ocurre lo mismo con los árboles, pierden las hojas,
se aletargan e incluso no necesitan agua. Después de unos meses
«ayunando», con la llegada de la primavera, se rejuvenecen y pasan a ser
árboles más vigorosos, brotando nuevas hojas y flores.
Como todos los órganos, el sistema digestivo necesita
descansar y el ayuno es la respuesta a esa necesidad. Pero el verdadero
objetivo del ayuno no son tales beneficios médicos.
El ser humano es la gran obra de Dios. Es una unión
de elementos contradictorios, el cuerpo y el alma, lo material y el
significado que se complementan en ello. La felicidad del hombre depende
el equilibrio entre ambos elementos. Como nuestro lado material y mundano
es más concreto y dominante, siempre tiende a ensombrecer y dominar
nuestros poderes espirituales. Si esa tendencia continua influyendo
durante mucho tiempo, impide la maduración del alma humana. Para poder
someter al cuerpo ante el alma, hay que limitar el poder del cuerpo y
fortalecer el alma.
El hambre, la sed y limitación de los deseos sexuales
además de controlar nuestra lengua, nuestro corazón y nuestra mente son
muy eficaces para alcanzar dicho objetivo. Esto es un hecho ampliamente
comprobado por la experiencia.
Una de las señales de la madurez de una persona es la
sumisión de la naturaleza animal a la mente y alma. La naturaleza humana
es indócil, a veces se excede y a veces afable. Para calmarla se necesita
una práctica tan dura como «el ayuno». Si pide perdón después de hacer un
pecado e intenta borrarlo ayunando, esto hace que su voluntad sea firme,
purifica su alma y le consuela.
Abstenerse de la comida y el agua es una
característica de los ángeles. Aquel que ayuna se asemeja a los ángeles y
lo más importante, lo acerca más a Dios por lo que hace, es decir ayuna,
porque es un decreto de Dios. Así, alcanza la complacencia de Dios que es
el último objetivo de los fieles.
Hay algunas normas que hay que cumplir para lograr el
objetivo del ayuno. El ayuno es la acción de «permanecer lejos de los
actos que lo rompen». Con un significado perfecto, el ayuno se realiza con
la participación de todos los órganos porque hemos de privar el estómago
de comer y beber tanto como resguárdanos de la mentira, los insultos y
hablar en vano. El ojo no tiene que mirar hacia lo ilícito y buscar
defectos de otros. Los oídos no tienen que escuchar calumnias ni
murmuraciones. Y lo más importante es que el corazón y la mente tienen que
reflexionar sobre aquello que es bueno. Los eruditos espirituales dicen
que mentir y murmurar acerca de alguien rompe el ayuno. El que no ayuna
con todos las partes de su cuerpo parece que así lo hace pero en realidad
no puede alcanzar la profundidad del ayuno. Un hadiz del Profeta Muhammad
(la paz y las bendiciones de Dios sean con él) menciona la misma verdad:
«Mucha gente que ayuna no obtiene nada de su ayuno excepto hambre y
sed».
El que ayuna con todo su cuerpo y alma será más
cuidadoso y decente. Incluso, si alguien le injuria o le molesta, debe
decirle: «Estoy ayunando». Nuestro Amado Profeta (la paz y las bendiciones
de Dios sean con él) nos lo sugiere. Además es uno de los motivos por los
que disminuyen los problemas de orden público.
Todos los actos religiosos pasan a ser meritorios
después de ser adornados con la noble cualidad «Ijlas»—sinceridad—. Ijlas
significa hacer cualquier acto con una intención pura, solo por Dios. El
ayuno es la verdadera muestra del «ijlas».
En un hadiz qudsi, Dios dice: «El ayuno tan sólo es
por Mí, y Yo lo recompensaré». Por eso, los creyentes han de estar libres
de todos aquellos actos que dañan su ijlas. No tienen que esperar alguna
recompensa o un privilegio por ayunar, para que así no se menoscabe la
dignidad de su veneración.
El ayuno consta de tres partes: El ayuno del alma
significa abandonar las ambiciones desmedidas y tener sobriedad. El ayuno
del intelecto no es más que permanecer en contra de los deseos del yo
carnal. El ayuno del nafs es abstenerse de comer, beber y de lo ilícito.
El hadiz que dice «El ayuno es un escudo.» ha sido
interpretado como una separación entre el hombre y todo lo demás excepto
Dios.
Para resumir, hay tres grados de ayuno: El ayuno de
la gente común debe abstenerse de comer, beber y de tener relaciones
sexuales desde antes del amanecer hasta el ocaso. El ayuno de los
verdaderos sabios —Jawas— significa tomar bajo total control el resto del
cuerpo además del ayuno de la gente común. El ayuno de la «elite» los
sabios—Jawasul Jawas, Arifin— consiste en privar al corazón de toda
aquello que no sea Dios. Durante el ayuno el pueblo llano no colma su
estómago con el alimento, los sabios se abstienen de toda clase de mal y
contienen todos sus órganos y la flor y nata de la Umma (Arifin) tan sólo
llenan su corazón con Dios. Este es el verdadero objetivo esperado del
ayuno.
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